Si lees sobre las variedades de cannabis, normalmente te encontrarás con tres subtipos: Indica, Sativa e Híbrida. Los consumidores utilizan esta subdivisión en particular para describir sus efectos. Sin embargo, los expertos cuestionan precisamente esta distinción en función de los efectos. En su lugar, relacionan las diferencias con el tamaño, la forma y la fase de floración de las plantas. En este artículo, examinamos más de cerca las características de las distintas variedades de cannabis.
Indica: ¿qué es y cómo funciona?
Indica es un término utilizado a menudo para describir variedades de cannabis con efectos sedantes y físicos fuertes. Botánicamente, las plantas de cannabis índica tienden a ser de pequeña estatura, con hojas más anchas y ciclos de crecimiento más cortos que sus homólogas sativa. Debido a su menor tiempo de floración, las variedades índica son muy adecuadas para el cultivo en climas más fríos.
Los consumidores asocian el cannabis indica y el cannabis sativa principalmente con sus efectos percibidos en el cuerpo humano. Si nos atenemos a la definición clásica, las índicas tienden a producir un fuerte subidón físico, frente al subidón más cerebral (psíquico) de la planta sativa. Para la mayoría de los consumidores de marihuana, el término índica evoca recuerdos de sofá y relajación profunda.
La industria utiliza estas definiciones para comercializar variedades de cannabis y otros productos derivados. Es cierto que los efectos típicamente asociados a las índicas se originan en la planta. Sin embargo, no existe una correlación real entre los efectos y la estructura física de las plantas de cannabis actuales. Por lo tanto, la división en índica y sativa es mucho más útil para los cultivadores que para los consumidores. Después de todo, en el cultivo, los términos se suelen utilizar para describir las características físicas y el ciclo de crecimiento de la planta.
La historia del cannabis indica
La palabra indica se remonta al biólogo francés Jean-Baptiste Lamarck. Identificó el Cannabis indica en 1785 como una especie distinta del Cannabis sativa, que el botánico sueco Carl Linnaeus había clasificado 32 años antes. Lamarck basó su clasificación principalmente en diferencias externas.
La transición de la clasificación de Lamarck a la definición común actual se produjo en 1974, cuando el biólogo estadounidense Richard Evans aplicó el término indica a las plantas de marihuana de Afganistán. Estas plantas tenían un aspecto diferente al de las plantas índicas de Lamarck: tenían un tallo más corto y también hojas más anchas. Hoy en día utilizamos el término índica para las plantas cortas, anchas y tupidas de origen afgano.
Sativa: ¿qué es y cómo funciona?
Para el usuario, tanto la sativa como la índica están fuertemente asociadas a su perfil de efecto percibido. Por lo tanto, la mayoría de los consumidores de cannabis piensan en el término sativa como una experiencia edificante, estimulante y cerebral.
En el cultivo, el término sativa se utiliza habitualmente para describir la morfología o las características físicas de una planta a medida que crece. Las sativas suelen ser más altas que las índicas y tienen hojas largas y finas. También tardan mucho más en madurar en la fase de floración, con un tiempo de floración de hasta 100 días.
La historia del Cannabis Sativa
El término sativa procede del adjetivo botánico latino sativum, que significa "cultivado". El primer registro del uso del término para el cannabis se remonta a la obra "The Names of Herbes" (1548) del herborista inglés William Turner. Éste utilizó el término Cannabis sativa como nombre científico del cáñamo cultivado.
En 1753, el botánico sueco Carl Linnaeus asignó el nombre C. sativa a la que consideraba la única especie del género Cannabis. Treinta y dos años más tarde, el biólogo francés Jean-Baptiste Lamarck identificó el Cannabis indica como una especie distinta del Cannabis sativa. Sentó así las bases de nuestra división actual en sativa e indica.
Lamarck basó su clasificación de C. indica principalmente en las diferencias físicas con la planta C. sativa de Linneo, incluidas las hojas estrechas de color verde oscuro y una ramificación más densa. También observó que la C. indica era más tóxica que la C. sativa, estableciendo la primera conexión entre los efectos de la planta y su especie.
La transición a nuestra definición actual tuvo lugar en 1974, cuando el biólogo estadounidense Richard Evans Schultes aplicó el término cannabis indica a las plantas de cannabis de Afganistán. Asoció así la variedad indica a un origen geográfico específico. Siguiendo este principio, Loran C. Anderson se refirió a las plantas indias como Cannabis sativa.
Indica vs. Sativa - ¿no hay diferencia en el efecto?
Como ya se ha mencionado, la distinción entre índica y sativa es más importante para el cultivador que para el consumidor. Por lo tanto, la clasificación es de poca utilidad para predecir el efecto de una planta de marihuana en particular. La intervención humana ha cambiado drásticamente la composición química del cannabis. En la época de Linneo y Lamarck, los efectos de las dos variedades probablemente se correspondían más con sus propiedades físicas. Hoy en día, el aspecto de una planta ya no dice nada sobre el efecto que tendrá.
Cada vez más expertos en la investigación de los cannabinoides llegan a esta conclusión. Vinculan los efectos de la marihuana principalmente a los perfiles químicos únicos de cada cepa más que a un linaje genético. Por ejemplo, una variedad autóctona con ascendencia índica cultivada en un nuevo entorno podría producir un perfil químico único que produjera efectos estimulantes.
Además, los efectos del cannabis tienen más que ver con la naturaleza del sistema endocannabinoide individual del usuario que con el linaje genético de la planta. Dependiendo de cómo reaccione el sistema endocannabinoide de una persona al consumo de una planta de marihuana en particular, se pueden producir efectos diferentes. Por ejemplo, un consumidor de una planta con ascendencia índica puede reportar efectos tipo índica, mientras que otro puede tener una experiencia edificante tipo sativa con la misma planta.
Aquí radica la verdadera diferencia entre índica y sativa.
Así que distinguir las dos cepas por sus características de crecimiento y físico tiene mucho más sentido, especialmente en términos de prácticas de cultivo. Porque la verdadera diferencia entre las variedades índica y sativa radica en las características observables durante el ciclo de cultivo.
Las variedades índica tienden a convertirse en plantas cortas con tallos gruesos. Del mismo modo, las plantas índica tienden a desarrollar hojas anchas y de color verde intenso. Con un tiempo de floración de 35 a 65 días, también maduran mucho más rápido que las sativas y pueden cultivarse sin problemas incluso en climas fríos con estaciones cortas. Y las dos variedades también difieren en sus flores. En el caso del cannabis indica, éstas suelen ser más densas y compactas que las de las plantas sativa. Entre las variedades índica más populares se encuentran Northern Lights, Girl Scout Cookies, Hindu Kush y Blueberry.
Pasemos a las plantas sativa. Suelen tener ciclos de floración más largos y se dan mejor en climas cálidos con temporadas de crecimiento largas. Suelen crecer más altas y tienen hojas estrechas de color verde claro. Las variedades sativa más populares son, por ejemplo, Super Silver Haze, Jack Herer, Amnesia Haze y Sour Diesel.
¿Qué pasa con los híbridos y el cannabis ruderalis?
Además de los factores mencionados, hay otros que dificultan la distinción entre índica y sativa. Entre ellos, por ejemplo, la larga historia de cruces y modificaciones genéticas de distintas cepas. Esto ha eliminado prácticamente cualquier cepa índica o sativa pura. En su lugar, existe un número cada vez mayor de nuevas variedades para las que el término híbrido es más apropiado. Éstas se dividen a su vez entre variedades con dominancia Sativa y variedades con dominancia Indica.
La creación de híbridos ofrece varias ventajas a los cultivadores. Pueden criar variedades que enfaticen diferentes rasgos, produzcan diferentes efectos y produzcan concentraciones específicas de THC, CBD y otros cannabinoides. Por ejemplo, algunas de estas nuevas cepas se centran en producir una proporción específica de CBD y THC para lograr el efecto medicinal deseado.
Además, el cannabis ruderalis complica la distinción tradicional entre índica y sativa. En general, se acepta en las instituciones de investigación académica y en la industria que las cepas ruderalis son una especie de planta distinta y no una subespecie.
Lo que distingue a las plantas ruderalis de los géneros índica y sativa es su bajísimo contenido de THC. Dado que no tienen propiedades psicoactivas, estas plantas no se utilizan con fines recreativos. Esto se debe a que, a pesar de su bajo contenido en THC, las plantas ruderalis suelen tener niveles High CBD. Esto las hace potencialmente adecuadas para pacientes médicos que buscan CBD sin THC.
Conclusión: Cannabis indica frente a cannabis sativa
Los perfiles cannabinoides son cada vez más importantes en la comercialización de productos. Al fin y al cabo, los consumidores de cannabis quieren saber más sobre la compleja naturaleza de la planta de cannabis. Sin embargo, la estricta división entre variedades índica y sativa es bastante problemática en la práctica. Mientras que en el momento del descubrimiento de las variedades todavía parecía sensato dividirlas, la cría actual significa que en el mercado existen sobre todo híbridos. La razón por la que la mayoría de las variedades índicas se asocian con una sensación de sedación tiene más que ver con la concentración del terpeno mirceno que con el contenido de cannabinoides de la planta. En última instancia, los términos indica y sativa tienen mucho más valor para los criadores que para los consumidores.
